Del beach volley al vóleibol de piso. De Paysandú a Maldonado. De Montevideo a Belo Horizonte. De giras por Sudamérica a clases de Matemática. Como buena deportista uruguaya, Maribel Bianchi se acostumbró a vivir a las corridas. A sacrificar horas de descanso en busca de la excelencia. A sufrir con las derrotas pero también a disfrutar con alma y vida cuando tocan las lindas.
Y una muy linda le tocó el mes pasado cuando fue al Sudamericano de Clubes de vóleibol sala y terminó siendo la mejor bloqueadora del torneo, a pesar de la presencia de estelares jugadoras brasileñas, además de talentos de Perú, Argentina, Estados Unidos, Rusia y hasta Francia.
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Bianchi tiene 23 años, mide 1,82 metros, nació en Paysandú pero creció en Pan de Azúcar. Ahí aprendió a jugar al vóleibo con María Celia Boffano. "Fue la que me enseñó a jugar", cuenta a Referí.
De ahí se fue a Maldonado a jugar en Fernandinas que ahora se llama TAO. "Es un club que quiere crecer y que me apoya dándome el gimnasio".
Corría el año 2021, en plena pandemia, cuando Bianchi se tuvo que volver a Paysandú, por razones familiares.
"En el verano de 2021-2022, bajé a entrenar a la playa un par de veces con Andrés Stoll y pasó que una de las jugadoras titulares de la selección uruguaya de beach volley no tenía las vacunas del covid para salir a competir a una etapa de Circuito Sudamericano. Empezaron a buscar una jugadora por todo el país. Ahí me contactaron. Yo no sabía bloquear en playa porque en Paysandú no había ataques hacia abajo. Bloqueaba como en piso, con otros tiempos. Porque piso y playa son disciplinas completamente distintas", explica.
"El 26 de diciembre de 2021 me volví a Maldonado a quedarme en casa de mi compañera de dupla, Agustina Putscher, y entrenamos 10 días en doble horario, el 31 de diciembre y el 1º de enero de mañana y de tarde, para ir a esa etapa de Circuito Sudamericano. Pablo Rodríguez pensó en mí en ese momento, confió en mí y me dirigió en esos entrenamientos enseñándome a bloquear en una semana".
"Mi rendimiento gustó y seguí vinculada con la selección. En marzo viajé a otra etapa, fuimos a Perú, perdimos el pase a semis con Brasil que en la serie nos había ganado 21-7, pero en cuartos fue 21-17 y 21-18. Recién tenía tres meses de beach volley". "Guau" es la expresión que recuerda para graficar aquella experiencia.
"Me ayudaron los resultados y así fue que quedé de titular en la selección de playa. Hice dupla con Sol Acuña y al ser una pareja joven tuvimos más apoyo y eso nos permitió ir a entrenar a Brasil y participamos de dos etapas de Circuito Mundial, algo inédito para el beach volley femenino; fue algo que nos hizo crecer".
"Clasificamos a los Juegos Panamericanos de Santiago 2023 donde jugamos con la dupla que en París 2024 ganó la medalla de plata (las canadienses Melissa Humana-Paredes y Brandie Wilkinson). Fue una locura y mi logro más grande en el beach".
"También clasificamos a la Continental Cup. Estuvimos muy cerca de llegar a la semifinal, perdiendo un partido a golden set con Chile, en Pocitos, en marzo de 2024".
Por aquel entonces viajaba cuatro o cinco veces a la semana, desde Maldonado para ir a entrenar a Montevideo.
"Tomaba el ómnibus a las 5.30, llegaba 7.30, entrenábamos de 8 a 10 en Pocitos y volvía a clases a Maldonado. Solo los jueves me quedaba, porque entrenábamos también de tarde. El sábado volvía. Estuve así hasta junio de 2024".
En ese 2024 volvió a jugar sala porque apareció en su camino Daniel Mazzini, técnico de Atlético Barbato. "Me ofreció pagarme los pasajes para ir a entrenar y también un dinero por defender al club. Viajaba los miércoles, me quedaba en su casa con su familia, me volvía el jueves de mañana y los fines de semana volvía para jugar. También me pagaba una cuota semestral que hacía todo completamente fácil: solo me dedicaba a jugar. No pagábamos jueces, cancha, nada. Hasta nos iba a buscar a la terminal a las jugadoras que veníamos del interior".
"Se siente mucho el cambio de la playa al sala. En piso jugué de opuesta, de central y de punta porque tuvimos muchas lesiones en Barbato ese año. El bloqueo del central es distinto. En la playa una busca la altura y salta verticalmente, entonces los desplazamientos son más lentos porque sabés quién te va a atacar. En el piso necesitás más velocidad y prolijidad con las manos, no tanta altura", explica.
Este año, Barbato disputó en Belo Horizonte el Campeonato Sudamericano de Clubes donde metió 21 bloqueos en solo dos partidos (en los primeros dos no registró en esa estadística). El equipo uruguayo terminó en el quinto puesto ganando dos partidos.
"Gracias a indicaciones de Martín Alonso en el torneo pude pulir el bloqueo y terminar primera en el ranking, no lo podía creer", afirma.
La sanducera superó a las brasileñas Adenizia (19), Thaisa (15) y Julia Kudiess (8).
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Maru Bianchi con Adenizia
"La brasileña estaba muy lejos, pero empezó a meter bloqueo tras bloqueo en la final y quedó cerca de pasarme, llegó a 19. Salió mejor central y MVP del torneo. No lo puedo creer hasta ahora", cuenta.
"Estudio profesorado de Matemáticas pero los viajes me han hecho faltar demasiado y trato de hacer lo más que puedo cada año. Tengo una materia que es Didáctica que es 100% presencial y se me ha complicado. Es muy difícil ser deportista en Uruguay porque no tenemos un apoyo económico, no te podés dedicar al 100%, tomar los suplementos necesarios que te ayuda a la recuperación. Yo vivo con mi madre que me mantiene, no puedo trabajar porque viajamos tanto con el beach que no podés conseguir un trabajo fijo. Un tiempo tuvimos una beca la Secretaría Nacional del Deporte pero solo por cuatro meses, eran $ 15 mil para Sol y $ 15 mil para mí", cuenta y al mismo tiempo pinta un vivo retrato del deportista nacional.
"La Federación me pagaba pasajes para ir a entrenar en Montevideo un tiempo. En su momento, me mudé a Maldonado por el vóleibol, porque mi dupla vivía allí. Estaría bueno que se profesionalice un poco más. Este año no voy a ir a jugar a Montevideo porque Daniel se desvinculó de Barbato y no tengo dinero para costearme los pasajes para ir a entrenar y jugar con algún club, ni para pagar la cuota de un club. A nivel de vóleibol playa la Federación no tiene plata para mandarnos a competir al Circuito Sudamericano. Estábamos quintas en el ranking, bien perfiladas para ir al Mundial de Australia, pero esa posibilidad se diluyó porque todas las demás duplas siguieron yendo a competir pero nosotras no. Solo viajamos a una etapa porque la Federación argentina nos pagó el pasaje. Pero estuvimos 48 horas para llegar con un viaje en bus de 28 horas para llegar a Comodoro Rivadavia. Así bajamos a competir".
Así, a la heroica, Bianchi fue a un Sudamericano y terminó siendo la mejor bloqueadora entre figuras de esas que brillan en los Juegos Olímpicos y terminan ganando medallas.