El término "ciudades inteligentes" o "smart cities" ha generado, desde sus orígenes, una imagen casi cinematográfica: ciudades llenas de rascacielos futuristas, vehículos autónomos que recorren calles interconectadas y tecnología de punta omnipresente en cada rincón. Este concepto, popularizado en parte por la ciencia ficción y por las estrategias de marketing de grandes proveedores tecnológicos, evoca imágenes de un entorno urbano hipereficiente y controlado, en el que sistemas avanzados como la inteligencia artificial, el 5G y el big data parecen definir el éxito de una ciudad. Sin embargo, reducir el desarrollo urbano a estos elementos tecnológicos limita la verdadera esencia de una ciudad y su relación con sus habitantes.
El crecimiento de las ciudades exige una visión responsable: según el Banco Mundial, el 50% de la población mundial vive actualmente en áreas urbanas, y se espera que esta cifra aumente al 75% en pocos años. Este dato subraya la importancia de diseñar ciudades resilientes y sostenibles que respondan a las necesidades actuales y futuras de sus habitantes.
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Masterplan Centauro, México.
El equipo de Gómez Platero aborda los proyectos urbanos guiados por la convicción de que: "La ciudad más inteligente es aquella que está mejor planificada". Este enfoque replantea el concepto de ciudades inteligentes al priorizar una planificación que potencie la calidad de vida, la inclusión y la sostenibilidad en lugar de limitarse a métricas operativas. Desde esta perspectiva, la verdadera inteligencia urbana reside en el diseño consciente y no en la mera implementación de tecnología avanzada.
Las ciudades como entornos humanos
Cada ciudad es un organismo vivo en constante transformación. Con el cambio como única constante, las urbes están evolucionando hacia un modelo policéntrico, donde múltiples centralidades permiten a los ciudadanos acceder a servicios y espacios en un entorno cercano y accesible, alineado con el concepto de la "ciudad de los 15 minutos". Este enfoque facilita la movilidad, reduce la dependencia de un solo centro y promueve un desarrollo urbano más equilibrado.
Visualizar las ciudades inteligentes como entornos urbanos permite concebir un diseño que equilibra lo natural y lo construido, creando espacios públicos de calidad que respetan la geografía y potencian la vida en comunidad.
La tecnología como herramienta, no como fin
Aunque la tecnología desempeña un papel crucial en la eficiencia de las ciudades, no puede ser el único motor de su evolución. Enfocar el desarrollo urbano únicamente en soluciones tecnológicas puede limitar el potencial de las ciudades al transformarlas en proyectos transaccionales. En este modelo, las personas se convierten en “usuarios” y “suscriptores” en lugar de ciudadanos, y la ciudad se convierte en un entorno diseñado para maximizar resultados inmediatos de inversión.
Una "ciudad verdaderamente inteligente" no es aquella que simplemente implementa tecnología avanzada, sino aquella que utiliza esta tecnología para mejorar la vida de sus habitantes. Esta mirada abarca tanto innovaciones de alta tecnología como soluciones accesibles y basadas en la naturaleza, que promuevan la inclusión, la sostenibilidad y el bienestar general.
Inteligencia urbana más humana
Existen en el mundo ejemplos de ciudades que aplican este enfoque más amplio y humano en sus estrategias de desarrollo. Singapur explora tecnologías avanzadas como drones y realidad virtual para optimizar servicios, mientras que Curitiba, en Brasil, implementa soluciones de bajo costo, como su pionero sistema de buses de tránsito rápido. China, por su parte, desarrolla "ciudades esponja", que emplean soluciones basadas en la naturaleza para gestionar de forma sostenible las lluvias y el agua de inundación.
En América Latina, Ciudad de Guatemala es un ejemplo de cómo implementar tecnología con enfoque integral: la ciudad ha estandarizado materiales y diseños para reducir costos en infraestructura y optimizar los procesos de aprobación de reparaciones y mantenimiento, acelerando la respuesta a necesidades reales de sus habitantes.
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Palmares Valley, Argentina
Conexión humana en el centro de la planificación urbana
Crear una ciudad que sea una plataforma de desarrollo implica mucho más que instalar dispositivos de última generación o desplegar la aplicación más novedosa: el desarrollo urbano verdaderamente sostenible requiere planificar con visión a largo plazo y adoptar estrategias que equilibren la tecnología con la inclusión y la sostenibilidad, garantizando un crecimiento urbano resiliente, equitativo y alineado con los ODS.
Esto significa convertir a las ciudades en plataformas que apoyen un desarrollo verdaderamente inclusivo y responsable, atendiendo a las necesidades de los miles de millones de personas que habitarán los centros urbanos en las próximas décadas.
Desde esta perspectiva, la verdadera 'inteligencia' de una ciudad no se mide únicamente por la tecnología que incorpora, sino por su capacidad para conectar personas, espacios e instituciones en una red que mejore la vida de las personas que la habitan.
A través de este enfoque, la propuesta de Gómez Platero invita a repensar el concepto de “ciudad inteligente”, ampliando su alcance y utilidad y brindando una visión más humana y sostenible en la que el diseño urbano y la planificación cuidadosa son fundamentales para construir ciudades que impacten positivamente en la vida de sus habitantes.
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Principios clave en el diseño de una Smart(er) City
Diseño centrado en las personas: Las ciudades deben facilitar la interacción social y ser inclusivas, capaces de adaptarse a futuros cambios.
Movilidad multimodal: Un sistema de transporte diverso y accesible mejora la calidad de vida urbana.
Integración de naturaleza y urbanismo: La convivencia armónica entre lo natural y lo artificial debe agregar valor al entorno.
Espacios públicos como protagonistas: Elementos esenciales para el bienestar social y la interacción ciudadana.
Flexibilidad para el futuro: Las ciudades deben ser adaptables a cambios impredecibles, siempre priorizando la interacción y el espacio público.